26 may 2013

La amistad de las estrellas

Éramos amigos y nos hemos vuelto extraños.
Pero está bien que sea así, y no queremos ocultarnos ni ofuscarnos como si tuviésemos que avergonzarnos de ello. Somos dos barcos y cada uno tiene su meta y su rumbo; bien podemos cruzarnos y celebrar juntos una fiesta, como lo hemos hecho y los valerosos barcos estaban fondeados luego tan tranquilos en un puerto y bajo un sol que parecía como si hubiesen arribado ya a la meta y hubiesen tenido una meta. Pero la fuerza todopoderosa de nuestras tareas nos separó e impulsó luego hacia diferentes mares y regiones del sol, y tal vez nunca más nos veremos, tal vez nos volveremos a ver, pero no nos reconoceremos de nuevo: ¡los diferentes mares y soles nos habrán trasformado!
Que tengamos que ser extraños uno para el otro, es la ley que está sobre nosotros: ¡por eso mismo hemos de volvernos más dignos de estimación uno al otro! ¡Por eso mismo ha de volverse más sagrado el recuerdo de nuestra anterior amistad! Probablemente existe una enorme e invisible curva y órbita de estrellas, en la que puedan estar contenidos como pequeños tramos nuestros caminos y metas tan diferentes ¡elevémonos hacia ese pensamiento!
Pero nuestra vida es demasiado corta y demasiado escaso el poder de nuestra visón, como para que pudiéramos ser desconocidos, en el sentido de aquella sublime posibilidad. Y es así como queremos creer en nuestra amistad de estrellas, aun cuando tuviéramos que ser enemigos en la tierra.

1 may 2013

Así somos



En 1957 el psicólogo ruso Leon Festinger propuso que cuando se produce una contradicción entre dos cogniciones —con este concepto engloba pensamientos, ideas, sentimientos, opiniones… o sea, todo lo que se genere «dentro» de nuestra mente— o entre una cognición y sus consecuencias o hechos relacionados con ella, se generará una desagradable tensión interna. A eso lo llamo «disonancia cognitiva», y postuló que haremos todo lo posible para reducirla y acabar con el malestar y falta de estabilidad que nos produce.
Lo que observó es que para ello, lejos de cambiar el mapa de nuestras cogniciones, tendemos a generar nuevas ideas emergentes en relación a esa contradicción, intentando disimularla, justificarla o integrarla en nuestros esquemas personales.

Esto, que suena tan abstracto, lo ilustró con la fábula de Esopo de la zorra y las uvas. Por un lado el bicho tenía una cognición: le apetecía tomar aquellas uvas. Por otro lado estaba el hecho de que estaban muy altas y no las alcanzaba. Eso generaba la disonancia cognitiva, causante de tensión y malestar, pero en lugar de reconocer sus limitaciones y la incapacidad de conciliar su deseo con la realidad, la zorra acababa por pensar que seguramente las uvas estarían muy verdes y que no merecía la pena cogerlas: la nueva cogniciónemergente.

Fuente: http://psicologiacine.blogspot.com.ar/2009/10/la-disonancia-cognitiva-en-el-cine-y-la.html