Qué rara está la calle,
me olvidaste o quizás ya ni mi cara es la misma
y todo color sepia ante mis ojos entreabiertos
y mi lento caminar.
¿Qué se podrá rescatar de lo que perdimos ya?
Soy la sombra de tu olvido, soy la lágrima la buena
soy el preso en tu condena
soy el árbol que se quema
soy el buen samaritano pero tiro a veces piedras.
No vuelvo para buscar lo que me querías dar.
Lejos las manos que no pensé, suelo extrañarte para volver.
Otoño blanco, ahora lo sé, tu vuleta querer,
tu vuelta querer.