28 abr 2012

Acto 2


1)Rodolfo Walsh
(Rodolfo Walsh, Victoria, perros)

Walsh: Rodolfo Walsh, escritor, periodista. 
Asesinado en Buenos Aires en 1977. 
Tres meses antes había muerto Victoria,
mi hija. (Abre un libro) La Ilíada:
"Junto a su padre luchaba Arpalión.
Una flecha aguda se hundió en su nalga
y partió la vejiga, se incrustó en el hueso. 
Mojaba la sangre los brazos del padre
mientras lo llevaba a Troya y lloraba. 
Por un hijo que muere 
no hay recompensa."

Victoria! Aquí me ves, leo la Ilíada, la 
guerra de Troya. Hay una hija de Príamo:
Polixena. Te le parecías tanto hija mía: 
rebelde, obstinada, orgullosa. A Polixena 
la degollaron en honor a Aquiles.

Tenia veinte y seis años mi hija Victoria 
cuando cayó muerta. 
Argentina se parecía 
cada vez más  a un barrio de Troya. 
Como tantos chicos que repentinamente
se hicieron adultos, 
mi hija anduvo a los saltos.
Huyendo de casa en casa
por todo Buenos Aires.
No se quejaba, 
sólo su sonrisa se volvía desvaída. 
Nos veíamos cada quince días. 
Caminando en la calle o en una plaza. 
Hacíamos planes para vivir juntos. 
Pero ambos presentíamos
que no iba a ser posible.
Que uno de esos encuentros
iba a ser el último.
Y nos despedíamos simulando valor. 
Consolándonos de la anticipada pérdida.

Más de cien soldados rodearon la casa.
Con tanque, Helicóptero
y ametralladoras. 
Victoria, en camisón 
corrió hasta la azotea.
El combate duro una hora y media.
Mi hija conocía el trato
que ejército y marina 
dispensaban a los prisioneros
y pensaba 
que el pecado no era hablar 
sino caer viva. 
De pronto hubo silencio, 
dejó el arma en el piso. 
Victoria se levantó, se acercó a la cornisa.
Flaca, de pelo largo, el camisón de noche. 
Alicia en el país de las pesadillas. 
Habló con vos alta pero tranquila:
"No nos matan ustedes", dijo a la tropa
"Nosotros elegimos morir" y luego
llevó una pistola a la sien, 
y apretó el gatillo.

Tenía miedo por tí y vos por mí,
ahora el miedo es tu dolor. Te quise tanto. 
No pude despedirme,
en el oscuro se mueren
los perseguidos. Nos queda la memoria 
como único cementerio. Ahí te guardo, 
te acuno, te celebro y quizás te envidio. 
"Mojaba la sangre los brazos del padre. 
Mientras lo llevaba a Troya y lloraba. 
Por un hijo que muere
no hay recompensa."

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