El error
Por el camino central A. se alejaba, sin esperarme, como si se hubiera olvidado de mí. Tardé un instante en reconocerla, de espaldas y caminando decidida. ¿Realmente se iba sin mí? No me habría extrañado. Era muy de ella, hacer de pronto como si yo no existiera, lo que me resultaba tanto más desconcertante ya que toda nuestra relación estaba marcada, de parte de ella, por su dependencia implacable de mi persona, de mi presencia, al punto de hacerme sentir preso o hechizado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario